Desde las entrañas del volcán

Desde las entrañas del volcán
Blog-experimento. Espacio onírico. Utopía en proceso de construcción. Soy comunicadora audiovisual, guionista, escritora, feminista, militante de lo colectivo, artista, activista, anticapitalista y hechicera de la revolución. Colaboro con varias publicaciones y me apunto a un bombardeo. Para propuestas amorosas y proyectos contacta conmigo: garcialopez.alejandra@gmail.com

martes, 9 de agosto de 2011

La perla



El nacimiento de Venus, Bouguereau



Cuando nacemos somos como conchas, herméticas y rebosantes de paz interior, toda la que hemos adquirido en el vientre materno. El estado de nirvana, de placer absoluto y ausencia de dolor, del  que somos arrebatados, nos lleva, en primera instancia, a rebelarnos. Así  surge el lloro que emitimos nada más nacer, aliento de vida, también síntoma de protesta,¿Por qué tengo que salir de aquí con lo bien que estoy? se preguntarán los niños. Somos inconformistas desde el minuto uno de vida. Nos extrañamos al vernos obligados a salir de ese lugar en el que flotamos llenos de gozo.

A partir de ese momento y en el contacto con el exterior, nuestro interior, nuestro inconsciente, también nuestra psique, se ven obligados a protegerse de todos los estímulos que tratan de moldearnos y que provienen de fuera.  Pero nuestro ser se resiste y hace como las ostras.  Todo agente exterior que trata de penetrar en nosotros, es envuelto por nuestra psique y, como por obra de magia, los transformamos en algo maravilloso, cubierto de nácar. Es algo valioso.  Así desarrollamos nuestro espíritu, nuestra intuición, el conocimiento más profundo de nuestro ser, de nuestro corazón. A medida que crecemos, parece que olvidamos esta noción de la perla interna, y la descuidamos, pero el momento de abrir la concha llega y entonces descubrimos lo que llevamos dentro.

La perla es lo que somos. Nuestro objeto más preciado, el que requiere más mimos, el que tanto protegemos cuando nacemos y al que vamos olvidando, en el contacto con el mundo exterior. Pero está ahí.

Es la perfección de nuestra alma. Es el regalo de la vida y lo que nos quedará al final de esta, cuando la concha vuelva a abrirse. La perla es el misterio que llevamos dentro y que es propicio desentrañar en este viaje único.  Cada uno es libre de hacer lo que quiera con ella, yo desde luego, le dedico todas mis acciones. 

Es lo que hay de divino en nosotros, eso que es reflejo de los dioses, de la creación, de la tierra misma. La perla no habla, pero se comunica con un lenguaje secreto. Quien quiere escuchar su voz interior la escucha. Yo a veces la oigo, quizás no tanto como quisiera.  A veces en la noche, con los grillos de fondo o el rumor de las olas, parece unirse al susurro con su voz melodiosa. Canto de sirenas, aullido del lobo.
Lo que tiene que decirnos es importante, pues su corazón es puro y no está pervertido por los estímulos externos. 

Su mensaje es valioso, al menos para mi, me ayuda a buscar la luz, como hacen los girasoles, y a encerrarme en la concha cuando los peligros de la noche acechan. Si estás atento, la escucharás. Si la buscas, la encontrarás. En esa mirada que tanto anhelas, verás su polvo nacarado. En el reflejo de tu imagen sobre el agua verás su rostro brillar. Yo lo he visto. Es un regalo que no se debe descuidar. La perla es el canto y el lloro. La perla es la paz y la plenitud. La perla es el amor.


Fin

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