Desde las entrañas del volcán

Desde las entrañas del volcán
Blog-experimento. Espacio onírico. Utopía en proceso de construcción. Soy comunicadora audiovisual, guionista, escritora, feminista, militante de lo colectivo, artista, activista, anticapitalista y hechicera de la revolución. Colaboro con varias publicaciones y me apunto a un bombardeo. Para propuestas amorosas y proyectos contacta conmigo: garcialopez.alejandra@gmail.com

viernes, 19 de agosto de 2011

Cadáver Exquisito de Verano

Image by Jesse Treece
El amor está en todas partes, la tierra misma es un acto de amor. Las estrellas, el agua que brota, el viento que mece las flores, los animales que se respetan unos a otros...y, sin embargo, yo me obceco en reprimir esos actos, como si acaso no mereciera vivirlos, como hace todo ser vivo sobre la madre tierra...

De ella venimos y a ella vamos, no hay otro destino que ese, si acaso existe un destino. A veces es más fácil achacar los cambios de circunstancias a el, para no aceptar tan facilmente que las circunstancias cambian sin que tengamos nada que hacer... 

¿Pero que hay de malo en eso? sin cambios la vida sería poco emocionante y nuestro crecimiento, probablemente limitado. Nos superamos a nosotros mismos cuando nos vemos cara a cara con los obstáculos, y gracias a eso, avanzamos. Es en estos momentos, y en la interacción con los demás, cuando nos descubrimos de verdad. El miedo a los cambios es algo que hay que superar y hacer como los leopardos, ser ágiles, inteligentes, adaptarse y desaparecer en la oscuridad...

La oscuridad es un lugar apropiado para la reflexión. En el encuentro con uno mismo, en las profundidades de la noche, cae el telón. Entonces podemos darnos cuenta, aunque a veces duela, de que, probablemente, el amor no es más que algo subjetivo y que, por tanto, su forma ideal, la que persigo y anhelo, no existe como tal.  Puedo ver las nubes descender por la falda de la montaña, arrastradas por los aliseos. Puedo  ver como cambia el cielo del día a la noche. O cómo el sol se esconde para dejar paso a la luna. Sin embargo, no puedo ver como el amor sale de mi para entrar en el alma de la persona amada, ni siquiera puedo ver que rostro tiene el amor, si acaso tuviera rostro...

Dicen que el rostro es el espejo del alma. Yo prefiero pensar que el alma es más libre y que, por eso, no se puede ocultar tras ningún rostro. Tan solo los ojos, cuando son sinceros, rebelan ciertos matices, colores de nuestro espíritu. La mirada es algo misterioso. Pero el alma es mucho más profunda que todo eso. Probablemente, ese sea uno de los motivos por los que no ahondamos más y, muchas veces, nos quedamos en la superficie de nuestro ser, cuanto más infinitamente con respecto a los demás. A mi alrededor veo constantemente la falta de un espíritu curioso que nos haga interesarnos por el ser humano, casi puedo afirmar con total certeza, una de las esencias mas complejas y sutiles que hay sobre la faz de la tierra...

¿Consistirá en eso el amor?, ¿En ese espíritu explorador y curioso que te hace traspasar tus profundidades para ahondar en las de la persona amada? Es ese deseo de penetrar en otras profundidades paralelas y desconocidas pero que atraen de una forma casi inconsciente. Como quien cose dos almas con hilos invisibles que, aunque estén separadas por miles de kilómetros y pasen las circunstancias que pasen, siempre caminarán de la mano. Como si ambas almas hubieran echado raíces en la misma tierra, lo que las hace de algún modo gemelas, pero más libres y más felices cuando son consciente de este hecho. El amor y la madre tierra hablan el mismo lenguaje. Es el lenguaje de la creación, un mensaje cifrado, perfecto, que sólo afinando nuestro espíritu podemos llegar siquiera a adivinar...

La observación es uno de los mecanismos para descifrar este lenguaje. La contemplación de la vida y de nuestro entorno nos da las claves para entender los ciclos por los que todo se guía, incluso, nosotros mismos.¿Por qué cuando estamos en contacto con la naturaleza en su estado más puro las tensiones desaparecen?. Tal vez porque nuestro inconsciente conecta con estos detalles y, de alguna manera, nos los hace comprender.  Es sutil y complejo, pero es así. El lenguaje de la madre tierra está ante nuestros ojos, sólo hay que querer descifrarlo y tener el espíritu curioso que hace avanzar hacia las capas interiores. Lo vemos en la forma de las caracolas, en los remolinos que hace el agua del mar, en los remolinos del viento, en las serpientes enroscadas. Es la espiral, a mi parecer, la forma de la belleza y del amor, la infinitud, pero al mismo tiempo el eterno retorno. La espiral es la forma evolutiva de las profundidades del ser. Siguen siendo círculos concéntricos,pero que se rompen de alguna manera, porque si no fuera así, no evolucionaríamos, ni creceríamos, ni nos realizaríamos, pero que nos hace revivir experiencias una y otra vez, aunque a otro nivel...

Sin embargo, en un momento como el de ahora, en el que el "progreso" nos ha empujado al declive de los valores humanos, y que por tanto nos hacen ser lo que somos, me pregunto si acaso eso de realizarnos y crecer, se convierte en una ilusión vacía o peor aún, se trataba de una realidad que hemos vaciado convirtiéndola en ilusión. En este caso, no puedo pensar en círculos concéntricos como modo de representar nuestra existencia, sino en una espiral que desciende, que se cae, como forma de dibujar la involución ante la que nos encontramos inmersos, todos, inevitablemente. Estamos en un momento crítico que me preocupa aunque ya no dejo que me quite el sueño, ni que ocupe demasiado espacio en mi corazón. Es lo que querrían los cuatro de siempre, los que mantienen sus posiciones privilegiadas Que nuestras energías se consuman y la oscuridad apague nuestras fuerzas para así redimirnos a su voluntad y sus afán de dominación. Siempre he pensado que la tierra es un lugar con alma sensible e inteligencia, en ese caso, tal vez hemos llegado al momento en que esta tierra que todo nos lo ha dado, con la que hemos intentado echar un pulso, empiece a "cobrarnos" todos los destrozos que le estamos ocasionando. Lo que falta es que nos demos cuenta, realmente y lo interioricemos, como una verdad y no sólo como una cuestión teórica, de que jugársela a la madre, destrozar este sitio en el que vivimos, es sólo un destrozo hacia nosotros mismos. Tanto hemos sabido interiorizar la moral "social", esa que nos culpa por ser seres sexuados que quieren salir del futuro que sólo a unos pocos les interesa que sigamos, que nos hemos olvidado de nuestra verdadera conciencia, esa con la que nacemos todos, afortunadamente, que nos impulsa a la vida, a la creación  y la búsqueda de la verdadera felicidad...

Dicen que quién nada espera, nada sufre, pues no se desilusiona al no conseguir aquello que esperaba. Es una postura que he intentado adoptar en ocasiones...pero en la que, después de todo, no confío lo más mínimo. ¿Cómo no vamos a esperar nada? Y no me refiero tanto a esperar algo de alguien, aunque si de ciertas personas con las que se establece un vínculo mágico que por más que nos empeñemos en ocultar, brilla con luz propia. Me refiero a uno mismo, a la vida en si. ¿Cómo vamos a vivir sin esperar nada de la vida?, en ese caso nos dejaríamos arrastrar por la corriente, que acabaría ahogándonos. Tampoco me refiero a luchar contra las fuerzas de la naturaleza, pues también acabaríamos ahogándonos. Me refiero al equilibrio de ambas. Eso es lo que espero de la vida. Luchar por conseguir mis metas cuando la marea me lo permita y reunir fuerzas cuando la corriente no me deje pasar. En definitiva, movernos, y no conformarnos con simplemente, flotar...


Somos los únicos seres dotados de conciencia, aún así en muchos aspectos los animales me parecen más inteligentes, tal vez la palabra sea más prácticos, en cualquier caso más felices, que nosotros. No hay más que fijarse, no hay más que verlos. Su capacidad de adaptación, su instinto de supervivencia, su capacidad de exprimir la existencia, su forma de experimentar la sexualidad y la vida en pareja...puede que se coman menos la cabeza o se acaben comiendo unos a otros, pero son felices plenamente mientras viven. ¿Alguien se atrevería a poner la mano en el fuego para decir lo contrario?. Excepto aquellos a los que le aqueje algún mal, aquellos que viven encerrados, o aquellos a los que la mano del hombre ha querido moldear vaciándoles de su instinto, el resto viven en orden y armonía con respecto a su especie y la madre que les da cobijo. ¿Por qué nos complicamos tanto entonces nosotros?¿por qué esa tendencia al sufrimiento y a poner nuestra vida en peligro una y otra vez? ¿ O por el contrario porque vivimos conformándonos con todo, sin arriesgar creyendo que vivir la vida es tan solo gozar de seguridad?...¿no será que también a nosotros ha intentado moldearnos alguien, algo, vaciándonos de nuestro instinto? la raíz de todo está ahi. 


Es el principio y el fin de la espiral, sólo hay que sentirla, sólo hay que dejarse llevar por ella. Nosotros poco podemos influir sobre los ciclos que la tierra marca...cuando comprendemos esto no se malgastan energías luchando en contra de la corriente a la que no podemos vencer. No se trata de conformarse, sino de estar por encima de las circunstancias y ser pacientes y conscientes de que al igual que llega una racha, se va. A medida que vamos creciendo nos damos cuenta de que la vida, la espiral, no es más que un complejo de círculos concéntricos que se levantan...es el eterno retorno por el que viviremos las mismas experiencias, una y otra vez, desde otro nivel. A medida que vamos aumentando niveles, escalando en los círculos y desentrañando las causas últimas, las emociones y sensaciones se van convirtiendo en conocimiento que adquiere contenido y conforman nuestra existencia...







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