Desde las entrañas del volcán

Desde las entrañas del volcán
Blog-experimento. Espacio onírico. Utopía en proceso de construcción. Soy comunicadora audiovisual, guionista, escritora, feminista, militante de lo colectivo, artista, activista, anticapitalista y hechicera de la revolución. Colaboro con varias publicaciones y me apunto a un bombardeo. Para propuestas amorosas y proyectos contacta conmigo: garcialopez.alejandra@gmail.com

sábado, 19 de enero de 2013

El arte de la cooperación



 Cada acto profundamente crítico es cómo una botella lanzada al mar para futuros e ignotos destinatarios” Theodor W. Adorno


Partiendo de esta frase del filósofo alemán y aludiendo a su pensamiento,  podemos deducir que la actual industria cultural usurpa a sus consumidores lo que promete, una felicidad que es ilusoria.  Los productos de esta industria no son obras de arte, después convertidas en mercancía, sino productos concebidos para ser consumidos. Existen obras de arte, pero están expuestas a ser utilizadas y manipuladas por la propia industria para su beneficio. Si arrojamos una mirada crítica sobre la coyuntura actual en busca de la relevancia del pensamiento crítico, llegamos a la conclusión de que este bien preciado es poco común.  Ya no hay duda de que vivimos en un sistema  represor que pretende escamotear todo impulso de vida. No hay más que observar la actualidad, saciada de recortes, amenazada por la privatización, castrada de las armas que tenemos para hacer frente a las tiranías de los gobiernos, despojada de una malla en la que la educación y la cultura cumplen la vital función de hacernos crecer y progresar. 
Pero hay posibilidad de que exista algo más que la realidad dada. A esta realidad dada, subyace una experiencia sin fin de la que podemos valernos para afrontar la reinvención de la realidad. Es la experiencia múltiple del arte, fundamental para enriquecer nuestro paso por la tierra, lugar con alma sensible e inteligencia. Debemos ser flexibles si queremos superar estas circunstancias, sorteando los límites impuestos por la razón instrumental. Recuperar la libertad se convierte en objetivo principal cuando somos víctimas de un entramado aplastante, que reduce nuestra existencia al rendimiento económico y coarta nuestra creatividad y capacidad de emancipación. Por ello, muchos contemplamos como una necesidad imperial introducir en el discurso otros niveles de comunicación, que se derivan de la experiencia sensible de la realidad, con el fin de elevarla a un nuevo grado de lenguaje en el que entre en juego lo intuitivo, el arte. Porque al final la realidad es aquello de lo que se habla. El arte se expresa en un lenguaje conceptual, no discursivo, que se relaciona con el inconsciente colectivo y subjetivo; el único espacio libre de las cadenas de la instrumentalizada razón.
La libertad individual ha sido destruida por la cultura de masas. La capacidad de pensamiento crítico agoniza.  Por eso el arte debe dificultar todo acto de desarrollo de una sociedad no reflexiva.



La industria cultural ha venido a sustituir el verdadero arte, aquel que pone en cuestión el mundo que le rodea y potencia el espíritu de sus receptores, por arte mercancía. Esta creciente industria ha desvirtuado la esencia del arte que, en el peor de los casos, ejerce de prolongación ideológica del sistema que la avala, manipulando las conciencias, y, en el mejor, destruye la capacidad de reflexión dada la planicie de sus productos, enmarcados en una lógica unidimensional sobre la existencia; la que nos es dada por el sistema.
Desde una perspectiva negativa, en tanto que apertura del mundo artístico a la gran masa, la industria cultural, favorecida por los medios de comunicación de masas, ha embrutecido el grueso del arte. Podemos pensar que el hecho de producir arte en cadena suprime sus capas esenciales porque sus efectos son nada revolucionarios. El impulso primario de arte, relacionado con el espíritu, lleva implícito una capacidad de rebeldía, una necesidad de análisis y una vocación de penetración en lo profundo para ejercer de elemento transformador. El arte no puede ser sólo una experiencia estética, también debe ser revolucionaria, dotada de capacidad subversiva para garantizar un contexto social y cultural que perpetúe su existencia. La industria cultural produce arte que no muerde, que no incomoda ni despierta.  Arte domesticado y unidimensional porque no contiene una intención de rebelión. La única rebelión real sería la emprendida contra esta industria que es reflejo del sistema malsano que la origina. Sin embargo, no podemos negar que la apertura del mundo artístico, potenciada por estos mismos medios de comunicación, ha contribuido a la difusión y promoción cultural, acortando distancias, hasta casi la inmediatez, entre los creadores y colectivos.
Muchos consideramos posible tejer una red cultural sustentada en la cooperación, al margen del sistema que quiere hacerla desaparecer, aprovechando las ventajas de nuestro tiempo. Y debe construirse al margen porque el sistema se empeña en eludir que el arte y la vida son inseparables. No solo podemos reclamar nuestro derecho a la cultura, pues es reconocido por nuestra constitución,  sino que debemos tomar las riendas de nuestro potencial y plantear alternativas, que nazcan de nosotros, para llevarlas a cabo sin necesidad de esperar a que la impotencia, que suscitan los poderes públicos, acabe con nuestras energías.
Podemos advertir que el arte no termina de cuajar como potencia colectiva por una cierta tendencia individualista de los creadores.  Parece que hemos perdido el coraje colectivo, tras la superación de la comuna e, indudablemente, a este hecho se suma la falta de medios que hace que muchos sintamos como imposible la realización de nuestros proyectos.  La institución que debería fomentar la creación lo que hace, a efectos prácticos, es limitarla.



Lo poco de verdadero arte que hay, con componentes disidentes e imaginativos, ha carecido del apoyo de las instituciones o incluso es atacado, asediando iniciativas que enriquecen el tejido social. El arte mercancía es enemigo de la auténtica creatividad.  Por todas estas lagunas de la industria muchos vemos como una alternativa sostenible las cooperativas artísticas. A través de ellas  podemos rellenar los vacíos que impiden el desarrollo de una verdadera cultura y devolver al arte su función social con el fin de restablecer el impulso para el que fue concebido: creador de experiencias colectivas. Tenemos que ser más ambiciosos aún, en la expectativa de organizarnos -sin perder libertad y espontaneidad- para penetrar más profundamente en la sociedad y conseguir transformar al actor pasivo en un agente realmente activo, hasta que la creatividad sea entendida como una actividad popular e integrada. El arte que es amado, ama al pueblo, lo nutre, lo dota de una fuerza particular y lo hace brillar en todo su esplendor
Un nuevo arte sólo puede emerger desde la superación de la sociedad contemporánea, enferma del mismo mal que el sistema que la ampara. Sólo puede ser nuevo en la medida en que cree nuevas formas de actividad, convivencia, pensamiento y experiencias vividas, tanto físicas como sensibles.  Vivimos en una sociedad, que cada vez más, despoja a sus individuos de todo juicio que pueda poner en duda su soberanía e impide su sano porvenir.  Tenemos que huir de la tendencia al nihilismo de la que se desprende un rechazo al mundo contemporáneo y clarificar nuestro deber de ejercer una protesta global ante la afición del sistema por hacer desaparecer todo rastro de vida sensiblemente humana e intelectualmente elevada.  Por eso invitamos, a través del arte, no sólo a contemplar las ruinas que nos rodean, sino también a tomar las armas y participar en la alegría de la subversión y la revolución para acabar con el moribundo gigante que trata de aleccionarnos.
“El mundo posee desde hace tiempo el sueño de algo de lo que sólo necesita ser consciente para poseerlo en realidad”.  Recordando a Marx, podemos concluir que nuestras fantasías son uno de los mayores bienes que poseemos, a las que debemos otorgarle poder para que se hagan realidad. Entre esas fantasías se encuentra la voluntad de hacer evolucionar la sociedad hasta que sea capaz de reinventar su espacio, para que se puedan satisfacer el conjunto de sus deseos y pueda desearse el conjunto de su realidad. Muchos pensamos que podemos hacerlo, si pusiéramos todas las fuerzas acumuladas por el poder al servicio de nuestro deseo de vivir, nuestra inagotable imaginación, nuestros múltiples sueños y proyectos a medio realizar que constituyen una esencia común, la nuestra. Ese puede ser nuestro mensaje lanzado al mar de la posteridad.


Ensayo realizado para la publicación canaria Isla Descubierta. Próximamente adjuntaré el link para ver la revista online, 32 páginas de calidad que versan sobre el panorama cultural. 

miércoles, 2 de enero de 2013

El fuego



Inmersión en el infierno orgiástico. Remolinos delirantes de cuerpos desnudos que se entremezclan. Masa que se retuerce en la búsqueda de la unión ciega. Fuego sagrado al final del abismo. Río de energía que no encuentra límites. Bañados en su propio mar de fluidos, sangre y sudor. Saca de control lo más primitivo de la naturaleza. Orgasmo colectivo. Gran copulación. Descenso a agujeros negros. Multitud excitada hace la revolución. Burbujas extáticas les elevan varios metros sobre el suelo. Vaginas que con su rocío bañan la tierra voliendo a erotizarla.