Desde las entrañas del volcán

Desde las entrañas del volcán
Blog-experimento. Espacio onírico. Utopía en proceso de construcción. Soy comunicadora audiovisual, guionista, escritora, feminista, militante de lo colectivo, artista, activista, anticapitalista y hechicera de la revolución. Colaboro con varias publicaciones y me apunto a un bombardeo. Para propuestas amorosas y proyectos contacta conmigo: garcialopez.alejandra@gmail.com

domingo, 3 de febrero de 2013

Cama vacía






Tras cerrar la puerta, la joven le observó marcharse a través de la mirilla. Su respiración aún estaba agitada y su sangre trataba de recuperar su temperatura habitual, cuando ella aún no comprendía completamente lo que acababa de pasar.

Volvió a la habitación en la que el intercambio de fluidos se había producido. Contempló las sábanas, aún humeantes y revueltas. Y las velas a punto de consumirse esparciendo su cera sobre la mesa.  La joven quedó pensativa contemplando aquel extraño suceso. Lo que una vez había sido sólido, se fundía con el calor y se tornaba líquido, convirtiéndose en otro elemento.  Así salió de su ensimismamiento cuando el vinilo se paró. Desprendiendo ese particular sonido que parecía predecir que ya había vivido con él todo lo que podía haber sido.  Esa sensación vino acompañada de un escalofrío, que culminó cuando contempló en el espejo su rostro sombrío. Los arañazos de su piel empezaban a desdibujarse y el olor a sexo, que inundaba la estancia, empezaba a evaporarse.  

¿Qué es lo que marca el fin de una relación?, pensó.

Cuando el brillo de lo invisible desaparece, el fin se presenta como suceso inexorable. Por un momento la invadió el miedo, recordando los incontables momentos felices que con él había compartido.  Su respiración acaba de normalizarse cuando se volvió a agitar, pensando en que ya no se meterían juntos en la cama. No entrelazarían sus piernas. No sentiría esa incertidumbre, llena de agradable ingenuidad, al esperar un momento apasionado. Ni sentiría el ambiente caldeándose antes de que se produjera. No habría más excitación pensando en él. Tampoco más cosquilleos profundos y placenteros que la recorrían internamente cuando se besaban. Ni existirían más devorarse mutuamente. Tampoco más marcas en su cuerpo que llevaban su firma. Ni escalofríos de placer al contemplarlas al día siguiente. No habría más mirarle mientras dormía. Ni despertares llenos de ternura, con sus cabezas pegadas y sus almas unidas. No habría más sincronía en sus respiraciones cuando estuvieran bajo un mismo edredón. Ni la plenitud y la paz de sentirse cosida a él por un hilo invisible. Ya no había esperanza en que pudieran compartir sus vidas de un modo completo y ser muy felices por ello…

Ahora ella volvía a estar sola.  Le invadía una profunda melancolía y, de pronto, los pilares de su vida se habían derruido. Había entregado su vida al amor y éste la había sorprendido. Con un resultado  no esperado, sus sueños había ahogado. Fue hasta la mesa para coger unas tijeras y rajó con ellas la piel de su pierna. No pudo evitar emitir un alarido de dolor. Pero no era la herida, de la que emanaba sangre a borbotones, lo que le dolía. Le dolía el corazón. En esos instantes, de descenso a los infiernos, tuvo una revelación. 

¿Qué es lo que marca el fin de una relación?. 


El principio de una nueva, comprendió.  Una nueva relación con ella misma y con el mundo. Una nueva etapa en su vida, en la que volvería a encontrar el amor.  ¿Por qué no?.