Crónica del viernes 29 de noviembre para Dirty Rock
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Programación en la pantalla madre del Keroxen |
El
día había amanecido con densas nubes negras y la lluvia hizo acto de presencia,
pero todo era una advertencia. Esa noche iba a haber tormenta infernal en la
quinta jornada del KEROXEN13.
AZZUAH |
El
trance comenzó con el recién nacido proyecto audiovisual de AZZUAH y su pieza “Ergoesfera y redención”. Arrancaron con unos
destellos amenazadores llevándonos al borde de la epilepsia y secuestrando nuestra
atención. Así empezó el viaje al interior de la psique como parte de un cosmos
infinito en el que la consciencia se diluye. Las imágenes nos condujeron a una explosión
sensorial que motivó la desconexión racional y permitió que nos abandonáramos
al universo emocional. Sonidos invasivos que evolucionaban, mezclando latidos
electrónicos, ecos cristalinos y murmullos acuáticos, acompañaron un discurso visual
poético que llegó a su clímax en un cúmulo de evocaciones magmáticas y resonancias
saturadas, punzantes como agujas. Una propuesta novedosa y sugerente que seguro
crece en un espacio como el tanque.
JACOB |
La
pantalla madre del Keroxen hizo su emotivo homenaje a Lou Reed, mientras
esperábamos que la introspección continuara con la propuesta de sonoridad subterránea
que estaba por llegar.
Los
paisajes esbozados por JACOB, que
rebasan los límites del ambient, el dark y el noise instrumental, nos
abstrajeron en una experiencia completa que bebía de la magia negra, los
poderes mefistofélicos y bien podrían ser eco del sonido ancestral del culto a
los muertos. De su tecnología sonora, manejada con maestría, sacaron drones
profundos, reverberaciones abisales y sonidos que fueron reflejo especular de
quienes habitan en el subsuelo y se nos revelan a través de la necromancia. Nos
deleitaron con una atmósfera refinadamente inhóspita que inquietaría al mismo
Poe. Su pieza “The Ominous” posee crecimiento climático y un nivel compositivo,
minuciosamente elaborado, que invita a una inmersión en busca de Belcebú. Los
visuales lúgubres fueron sustanciales en el descenso a las profundidades en el
que acompañamos al dúo sevillano en siniestra procesión. Con el contrabajo, y
sus col legnos, y el humo que emergió
de las grietas del tanque, como era de esperar, el encuentro se transformó en un
ritual iniciático rebosante de misticismo intimidador que nos obligó a mirar a
los ojos a nuestra parte más oscura y temida. La pieza terminó con un in
crescendo sonoro que amenazó con hacernos desaparecer para siempre en ese mundo
de sombras fantasmagóricas y entes infernales. Todo un experimento que nos dejó
con ganas de seguir explorando la negritud inasible que existe dentro y fuera de
cada uno. Una de las propuestas más
sublimes en lo que llevamos de festival.
Los
intermedios se ribetearon con las lecturas positivas de Gonzalo, del Equipo Para,
que siempre desgarran y nunca pasan desapercibidas, las intervenciones de los
artistas y la miniatura del restaurante La Concepción que cautivó estómagos
con sus propuestas de fusión gastronómica. Hasta que irrumpieron, de sopetón,
los bramidos de punk noise depravado de BRUTALIZZED
KIDS.
BRUTALIZZED KIDS |
Tuvimos
que pelear para hacernos un hueco entre la manifestación de apasionados embrutecidos
que habían acudido a ver a los bellacos infernales. Empezaron fuerte con su
actuación que siempre es puro espectáculo, acompañados de la vibración sonora
estrepitosa que les caracteriza. Este raro espécimen, experto en contagiar de
éxtasis guanche, lo dio todo y tanto que poco les faltó para cortarse las venas y salpicarnos con su
sangre estimulante. Escuchamos nuevos temas de la banda canariensis y también pudimos entregarnos a la irreverencia suprema
de sus clásicos heréticos “Coches”, “Química” y “Sigo teniendo frío”. Nos
corrompieron con su entusiasmo insolente,
sobre todo Albert que despertó los más primarios deseos carnales con sus
rugidos guturales y sus movimientos pélvicos cuando emulaba follarse los amplificadores.
Los acólitos nos arremolinamos a apenas un metro de la banda para ser
receptáculo del sudor y los enjuagues del vocalista a quién le encanta bañar
con sus fluidos salvajes. Vimos volar hasta caer al suelo a varios keroxenianos
entre empujones y sacudidas propias del trance endemoniado de brutalizzed. Con
un “a la mierda” albertino, al más
puro estilo Fernán Gómez, comenzaron a volar vasos, escupitajos y botellas de
plástico sobre nuestras cabezas. Los más
destructivos de la noche. Todo un show para exaltados que sacó de control lo
más primitivo del temperamento canario.
UNICORNIBOT |
Los
keroxenianos controlamos la manía tabaquista para poder guardar sitio en primera fila a la espera de la banda
gallega que ya nos había abducido el año pasado y nos animó a coronar nuestras
cabezas con cuernos plateados una vez más. Así UNICORNIBOT invadió el centro del tanque, enardeciéndonos con su
deriva frenética imprevisible. Nos conquistaron con su arrebato libidinoso fusionando
math rock, tropicalismo y distorsiones de guitarra conjugadas con una batería
que se impone, da cuerpo y rebosa de materia sonora. Sus temas, que manejan
tiempos extremos y están cargados de una extravagancia acústica de impronta única,
son difíciles de olvidar. La banda nos embrujó con su pócima sonora que
evolucionaba de un tema a otro con brutal dinamismo. Destacó la actitud del
grupo que dialogaba interna e instrumentalmente y con sus texturas arrítmicas
buscadas nos transportaron a un mundo mitológico-extraterrestre dónde ellos son
los jefes. Iniciadores de un credo de sonoridad profana que desata pasiones,
los de Pontevedra suenan como sátiros de lo experimental, sólo que éstos son
mitad unicornios aunque conservan la erección permanente. Se lucieron con solos
de guitarras, afiladas como cuchillas, con los que nos desencajamos los huesos
en danza maldita.
UNICORNIBOT escalando la columna central |
La actuación culminaba con los bombos hipnóticos del batería
indómito que terminó de reventar el termómetro infernal, escalando la columna
central del tanque entre los aplausos enajenados de todos. Fueron el río de energía
insurrecta que no encuentra límite y dejaron claro que su banda es un híbrido imaginario
entre mito y realidad.
DAVE WATTS foto de JUAN MARÉ |
La
noche llegaba a su fin. Muchos fueron abandonando el tanque, entretanto los más
osados esperábamos al Orfeo negro, DAVE
WATTS. La figura ya mítica, que eleva la categoría del dj a la de brujo sonoro,
nos sedujo con una sesión que no escatimó en calidad. Fue uno de los sets más
siderales y elegantes del maestro de la mesa de mezclas quién captó con
voracidad la esfera emotiva que imperaba entre los asistentes. Con él
terminamos de entregarnos a la pasión keroxénica propia de la última hora,
cuándo siempre dudamos si seguir bailando o darnos a la bacanal. Antes del
mágico tema de cierre que nos dedicó, advirtió que volveríamos a vernos el
próximo fin de semana en la romería que
clausurará el KEROXEN 13. Hasta entonces más nos vale ser comedidos y
adorar, aunque sea por pocos días, a Apolo porque el sábado 7 de Diciembre…el
vandalismo continuará, el Dios ebrio será nuestro guía y el orgasmo colectivo
está asegurado para el séquito keroxeniano que se entregará, sin lugar a dudas,
al infiero tóxico en una gran copulación acústica final.
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